domingo, 30 de enero de 2011

Anexo 7



     Él, que siempre fue prisionero de una fingida cortesía, a ella le hablaba sin mirarla a la cara. Para él no era muestra de desprecio o indiferencia, le encantaba poder conversar lo justo y necesario, sin tapujos ni vergüenza con aquella persona que había visto lo más oscuro de su ser y aún así lo admiraba. Una frialdad misteriosa y una serenidad casi sabia, como si tuviera preparadas en aquel silencio las palabras justas para cada momento; eso a ella le fascinaba. La idea que se había hecho de él, el personaje engendrado a raíz de tantos disgustos pasados fue entrando en el terreno de la aceptación, hasta que él mismo le reservó aquella imagen; algo así como un pacto de confianza, algo que decía "Yo soy así exclusivamente para tí, con todo lo que esto implica".


Escrito por Ezequiel F. L. Cabrera